lunes, 10 de diciembre de 2012

CMM Antón Martín (La Cárcel de la Corona): Elucubraciones

Hace ya más de ocho años que incluí la entrada titulada: CMM Antón Martín (La Cárcel de la Corona) que desde entonces viene manteniendo el raro privilegio de ser, con mucho, la más visitada de este blog. Entiendo que estaba bastante elaborada, me basaba en datos no utilizados hasta el momento…, y contaba con el puntillo morboso de una posible relación (no comprobada) con la Santa Inquisición, razones que en mi opinión justifican el interés despertado.


En nuestro Madrid siempre cambiante y aún poco estudiado, no hay tema que se pueda dar nunca por cerrado y desde luego éste no lo está. En concreto, en la Tertulia madrileña a la que asisto (la del Osorio y el Madroño), al tratar sobre el tema de la Inquisición surgieron diversas dudas sobre la existencia de la Cárcel, su cronología, o sobre el uso de los cubículos del sótano, que algunos supusieron que fueran almacenes o cuadras.

Esto me obligó, con la inestimable ayuda de varios contertulios, a dar un paso adelante consultando nuevos datos e informaciones no disponibles cuando redacté la entrada inicial. Con estos nuevos datos, y porque los juzgo relevantes, he creído oportuno abordar estas elucubraciones, con la esperanza de que respondan a la primera acepción de la RAE:

Elaborar una divagación complicada y con apariencia de profundidad, y no a la segunda: Imaginar sin mucho fundamento. De momento, lo de la profundidad me lo asegura el que estemos hablando de un sótano.

De entrada, entiendo que de los supuestos usos de los cubículos, el de almacén, lo creo rechazable porque su diseño que lo haría inadecuado. En cuanto al hipotético uso como cuadras, invito a ver en directo las escaleras de acceso, para considerar la imposibilidad de que los animales pudieran bajar y subir por ellas.

Por el contrario, todo lo referente a la existencia de la Cárcel de la Corona, su ubicación y su cronología es mucho más peliagudo y aconseja reflexionar sobre todo ello.En lo que atañe a su existencia, en la entrada inicial ya quedó establecida y documentada que la figura de un lugar en el que recluir a los eclesiásticos que hubieran incurrido en delitos civiles, en los que la Inquisición no tenía competencia, y en el que no tuvieran que compartir su cautiverio con delincuentes seglares, se materializó en el concepto de “cárcel de la corona”.

Es muy posible que se creara una Cárcel de la Corona con anterioridad del establecimiento de la Corte en Madrid, en 1561, por lo que esa primera referencia que encontré, datada en 1556, que implicaba a Santo Tomás de Villanueva, me pareció que tal vez estuviera situada en Valencia.

Por el contrario el suceso del falso y sacrílego sacerdote, que sucedió el 20 de septiembre de 1621, tuvo ya lugar en la Cárcel de la Corona en Madrid. La Corte se había ido instalando en la nueva Capital, con todas sus instituciones, y una de ellas sería esta Cárcel Eclesiástica.


Sin embargo resulta sorprendente que Teixeira sólo se refiera a las cárceles de la Corte y la de la Villa, sin mencionar la de la Corona, y en la calle de la Cabeza, esquina a Lavapiés, sitúe un caserío sin ninguna particularidad.


¿Se trata de una laguna de don Pedro, de las que no abundan en su Topografía, pero que existen, o de que la Cárcel no estaba ubicada en esa calle cuando él estuvo recogiendo minuciosamente la información?

Llegado es el momento de mi primera elucubración:

Veamos, considero que el número de eclesiásticos convictos de un delito común y condenados a prisión, no debía ser muy elevado. Tampoco lo sería, lógicamente, la guarnición destinada a su vigilancia, control y mantenimiento, por lo que no se necesitaría un ”alcalá-meco” para alojarlos. Cualquier caserón de la época podría servir para ello. Tampoco tendría por qué ser nada llamativa la vigilancia de la puerta, ni necesitar garitas de guardia, por lo que a Teixeira y al equipo que le ayudara podría haberles pasado desapercibido el local.

Como se comprobará poco más adelante, el caserón en donde está comprobado estuvo la Cárcel era un local no muy grande y, seguramente, sin elementos distintivos en el exterior. Cierro esta primera elucubración admitiendo que hasta el primer cuarto del siglo XVIII, la discreta Cárcel Eclesiástica pudiera estar en cualquier otra ubicación, tal vez cercana a las de la Corte o la de la Villa, para aprovechar “sinergias”.

Antonio Pando y Sabugal

A partir del catastro del Marqués de la Ensenada de 1750, la información sobre la zona que nos ocupa, y en concreto sobre la manzana 40, empieza a ofrecer luces y datos con cierta fiabilidad





















Esa manzana 40 está limitada por las calles de la Cabeza, la de Lavapiés, la del Calvario y la del Olivar, y dentro de ella deberemos prestar especial atención a los locales del 12 al 16. 

Ese catastro nos informa que Antonio Pando y Sabugal había adquirido los locales 13, 14 y 15, y que una parte del 12 pertenecía a la Compañía de Jesús. Dejo aquí este tema para retomarlo un poco más adelante.

Sobre las tres parcelas de su propiedad, Don Antonio pide autorización al Ayuntamiento, en febrero de 1951 para construir un edificio, una especie de palacete, diseñado por Thomás Bueno, con su fachada principal en la calle de Lavapiés.


Resulta evidente que, por razones que no he podido conocer, Pando y Sabugal, debió desistir de esa iniciativa y la manzana 40 evolucionó al margen de tan hermoso proyecto, pero hay algo en él que resulta más que procedente a los efectos de la cárcel que estamos estudiando.


En la memoria se nos informa, con todo tipo de detalle, que el local 15 de la manzana limita con las casas que sirven de Cárcel que llaman de la Corona, y que entre la esquina de la Cabeza con Lavapiés y dichas casas hay ochenta y tres pies, es decir unos 23 metros, que es la longitud de la fachada del actual CMM Antón Martín.

Había, pues, en la calle de la Cabeza “unas casas” en las que estaba la Cárcel de la Corona de cuya existencia también dan testimonio los planos de J. Andrews (1771) y de Tomás López (1785)
Tomás Lópes Vargas Machuca, 1785
John Andrews, 1771









Unos años después, en 1800, Fausto Martínez de la Torre, en su Guía de Madrid enumera las tres cárceles de la Capital: la de Corte, la de la Villa y la de la Corona o Eclesiástica, situándola en la casa 16 de la manzana 40.

Fausto Martínez de la Torre, 1800
Una pequeña recapitulación permite establecer que la Cárcel estaba en la manzana 40, al menos en la primera mitad del XVIII, y las casas en la que estaba alojada, eran aledañas a la parcela 15. Como quiera que la Guía de Madrid habla de la parcela 16, cabe pensar que, en algún momento se unieran dicha 16, que era muy pequeña según el catastro, con la parte de la 12 que daba a la calle de la Cabeza, unión que tal vez fuera facilitada por la antes citada propiedad compartida por la Compañía de Jesús.

Pero ¿y las mazmorras?

No repito aquí el resto de datos incorporados en la entrada original, ya que estoy centrado en aquellos que han dado lugar a algún tipo de reserva o duda, y la principal de ellas es que las mazmorras, que tanto morbo y tanta curiosidad producen, están situadas bajo la parcela 15, hoy CMM Antón Martín, y no bajo la 12 o la 16, que eran las casas en la que el alarife situaba la cárcel, en la memoria de 1751.

Un dato a tener en cuenta es que en el Catastro actual, las fincas 16 y 18 de la calle de la Cabeza, no se registra nada bajo rasante, mientras que en el número 14, el CMM, sí.

Este es el momento adecuado para formular la segunda elucubración:

En algún momento de los primeros años del siglo XIX, esas casas 16 y 18 debieron considerarse inadecuadas para seguir albergando la Cárcel Eclesiástica, y no habiéndose construido el proyecto de Pando y Sabugal, se trasladó al actual número 14, que era la unión de las parcelas 15 y 14 de la manzana 40. Además de la adecuación que se hiciera del edificio para su nuevo uso, se construyeron las mazmorras en el sótano de la esquina de la Cabeza con Lavapiés (si no habían construidas con anterioridad).

Voy con mis complicadas divagaciones, con apariencia de profundidad, basadas mayoritariamente en el luctuoso suceso del asesinato de Matías Vinuesa, el cura de Tamajón, ocurrido el 4 de mayo de 1821, y en concreto sobre la base del relato de Benito Pérez Galdós, en El Grande Oriente, de 1876. No resulta fácil encontrar mejor y más fiable valedor.

Don Benito dice:
Nuestra narración nos lleva ahora a la citada calle y a uno de sus edificios más antipáticos y más feos: la cárcel eclesiástica o de la Corona, que estaba en la esquina de la calle Real de Lavapiés, y que todavía existe, aunque destinada a cuadras o cocheras. Un portalón daba entrada al patio, que no había sufrido variaciones esenciales y tenía en dos de sus lados columnas de piedra para sostener la crujía alta. Las prisiones estaban en el piso bajo y en los sótanos, y consistían en calabozos inmundos, algunos con rejas a la calle. Dos puertecillas abiertas a un lado y otro del zaguán indicaban el cuerpo de guardia y las habitaciones de algunos empleados de la cárcel. Todas y cada una de las partes del edificio, dentro y fuera, arriba y abajo, ofrecían repugnante aspecto de incuria, descuido y degradación.

He resaltado en negrita lo de la esquina a la Real de Lavapiés, para disipar cualquier tipo de duda sobre la ubicación y confirmar que hubo un traslado desde los actuales números 16 y 18, al 14. No resulta difícil identificar el resto de lo descrito por Galdós con la estructura actual del Centro de Mayores, salvando su magnífico aspecto actual que ha sustituido a las inmundicias a las que se refiere el narrador de los Episodios Nacionales, con una única excepción que ha llamado mucho la atención de uno de mis contertulios: Las dos columnas de piedra para sostener la crujía alta.

Recurrí, de nuevo, a Carmen Gil Torres, arquitecta responsable de la rehabilitación del local, quien amablemente ha afirmado no saber nada de tales columnas; el único argumento “sensato” que se me ocurre al respecto es que desde que el local dejara de ser utilizado como cárcel, en la primera mitad del siglo XIX y pasara a ser, primero cochera y cuadras, como dice Galdós, para luego ser corrala, sufriría continuos cambios y expolios, que pudieron ser causa de la eliminación de las columnas, como lo fueron de la reutilización de las puertas, a las que me refiero en la entrada original. 

Si he calificado lo anterior de “argumento sensato” es porque existe otro claramente “insensato”, pero con algún picante, como es el de que Galdós viera columnas masónicas por todas partes…, pero esto es una broma que me permito en el centenario de su desaparición.

Total, que nos quedamos con la Cárcel Eclesiástica ubicada donde está el CMM Antón Martín, con las mazmorras en la esquina noroeste de la manida manzana 40. Por cierto, uno de los respiraderos tiene su salida a la calle de la Cabeza y es fácilmente observable. El otro, tiene la salida en en zaguán de entrada, en la zona en la que está ubicada la recepción del Centro, provocando el fríos y escalofríos a quienes allí nos atienden con amabilidad.

Elaboración propia
Las preguntas que me asaltan, de momento sin respuesta, son quién, cuándo y por qué se construyeron. Por las razones antes aludidas, no creo que esos estrechos calabozos sin iluminación natural y con escasa ventilación, se necesitaran para recluir clérigos con delitos civiles y por ello no había ese tipo de sótanos en lo números 16 y 18 de la calle. ¿Quién necesitaba ese tipo de “alojamiento”? Me temo que, pese a mis renuencias, la hipótesis más creíble es considerar que detrás de ello estuviera la mano de la Santa Inquisición, que tenía locales con decoración muy similar, en la zona de Santo Domingo, en las Cuevas de Sandó, donde hoy se pueden degustar sabrosos cócteles,.

De ser así, ¿cuándo creó los calabozos? ¿Sería hacia 1800 o incluso antes, aprovechando la vecindad de la Cárcel de la Corona? No tengo datos sobre la propiedad y uso del local 15 de la manzana, una vez que Pando y Sabugal abandonara su proyecto de palacete, y podría haber sido comprado y dedicado para fines penitenciarios por quienes corresponda. Puede ser.

Y hasta aquí han llegado mis reflexiones, puntualizaciones y elucubraciones a día de hoy. ¿Seguirá? 

Con gusto agradezco lo comentarios de mis contertulios, y en especial los datos proporcionados por Pablo Linés. 

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