Cuando se pasa revista visual a las distintas estructuras en las que los
madrileños han ubicado el pedernal en sus iglesias, conventos, palacios, casas
u otros usos urbanos, se puede observar una aparente gran variedad de
combinaciones del pedernal y del ladrillo, variedad que se ha ido incrementando
con el paso del tiempo y las sucesivas reformas (mejoras y peoras) que los
responsables han ido introduciendo según han creído oportuno en cada momento.
No obstante, tras darle unas cuantas vueltas al asunto, entiendo que toda
esa aparente variedad se puede reducir a dos únicos tipos de uso: el carpetano (con una ligera variante que
permitiría hablar de un tipo mixto) y
el austria.
El que llamo tipo carpetano, no es otro que el continuador del uso que del
pedernal hizo el pueblo carpetano durante siglos, es decir, utilizar el
pedernal como mamposta para construir las zapatas y los zócalos de las edificaciones que les
proporcionaba estabilidad y les garantizaba el aislamiento térmico y
les resguardaba de las humedades.
Se trata, pues, de un uso básicamente estructural, en el que el pedernal
aparece sólo, acompañado de un material de relleno que asegura su trabazón. Las
principales diferencias entre unos y otros casos se deben, precisamente, al
volumen de ese material de ligazón y, en general, son fruto de las sucesivas
operaciones de rehabilitación bienintencionada.
Sin tratar de ser exhaustivo, el tipo
carpetano puede apreciarse en reciclados tan notables como: San Nicolás
(fachada de la calle del Biombo); Casa de Juan de Ciriza; Palacio del Marquésde Camarasa (fachada de la calle de Segovia); Palacio de la Vera; casas de la
parte inferior de la Costanilla de San Andrés y de la calle del Toro y, desde
luego; esa casa “desaparecida” de la Travesía de las Vistillas que está en el
origen de mis elucubraciones.
En cuanto a los efectos de las “restauraciones”, no
hay mejor ejemplo que el de la fachada oeste de la Capilla del Obispo; la
comparación del antes y el después pone de manifiesto que el restaurador
decidió, en su momento que la “llaga es bella” y la recreció hasta que casi no
permite ver el pedernal.
El pedernal carpetano del nº 6 de la costanilla de San
Andrés ha sido cubierto en septiembre de 2014 en ese continuo vaivén que es la
rehabilitación de edificios. Sepamos los amantes de Madrid que ahí debajo está
el pedernal.
No parece lógico terminar la descripción del tipo carpetano sin recordar su
aplicación estelar en la muralla de Madrid, ya sea en su versión árabe o en la
cristiana.
El lienzo conservado en el Palacio del Marqués de
Villafranca que ahora alberga la Real Academia de Ingeniería, muestra el
pedernal rodeado del material aglomerante.
El segundo tipo, que he denominado tipo mixto, es una variación
sencilla del carpetano, del que sólo
se diferencia por incorporar una verdugada, simple o doble, de ladrillo cocido
lo que supone una transición sencilla hacia el tipo austria lo que justifica lo de “mixto”, y que se destina, en
varios casos, a usos funcionales.
De nuevo las diferencias entre unas y otras aplicaciones de este tipo mixto se basan en la las
características del cemento de unión del pedernal y, ahora, del número de
verdugadas de ladrillo y de la llaga de esas verdugadas.
Son ejemplos de este tipo: la
fachada norte de San Pedro, sobre la calle Segovia con una única verdugada; la
Torre de los Lujanes en especial la fachada de la calle del Codo; la tapia de
los jardines Príncipe de Anglona, al final de la costanilla de San Andrés o;
los calabozos de la Cárcel de la Corona, que por cierto guardan cierto parecido
con los conductos subterráneos de la Cuesta de los Ciegos.
Llegamos así al tipo austria, que es el que focaliza la atención del reciclado
del pedernal; el prototipo. No es
otra cosa que la transformación del uso estructural del pedernal en el tipo carpetano, en un uso ornamental,
con un paso intermedio de carácter funcional, en el tipo mixto.
El pedernal se incorpora a las fachadas para que el pueblo madrileño se
sienta “seguro” bajo este arquetipo de protección. Los arquitectos lo alojaron
en cuarteles, con un material aglomerante, y los cuarteles los enmarcaron con
ladrillo cocido, dando lugar al estilo Austria, que está complementado con los
tejados de pizarra, para hacer que Don Eugenio D’Ors pudiera describirlo con
tanto cariño y acierto, dejando al margen su error petrográfico al identificar
las mampostas con granito.
Los ejemplos de este tipo austria
son tan numerosos que basta con citar algunos de ellos: el ábside de la Capilla
del Obispo; San Nicolás; San Ginés; el Carmen; la Encarnación; las Descalzas;
los Jerónimos; la Casa de Cisneros; las Siete Chimeneas; la Casilla; las
Cercas; etc.
Las combinaciones de estos elementos básicos (los cuarteles de pedernal y
el ladrillo circundante) son numerosas en origen y aún más con las sucesivas
restauraciones.
Como norma general, la longitud y anchura de los cuarteles se adaptan a las
dimensiones de la fachada en la que se ubican, pero siempre se alternan en vertical
dos longitudes distintas. En estos cuarteles, el pedernal puede lucir con todo
su volumen (ver San Nicolás) o estar hundido en el aglomerante (ver la Casilla)
e incluso minimizado por una llaga de separación (ver las Descalzas)
En la mayoría de los casos, los cuarteles de pedernal aparecen hundidos o
al mismo nivel que el ladrillo, aunque hay algunos casos en los que sobresale de
forma evidente como sucede en la reconstrucción de la Cerca de Felipe IV y en
los restos reales de la calle Toledo 70, en el Corralón, o en la fachada del Museo de
los Orígenes.
En cuanto al ladrillo, la primera variedad es el número de verdugadas que
separan los cuarteles, que en general son dos, pero no faltan ejemplo de una
sola (ver las Descalzas)
La segunda, y gran diferencia visual, es la naturaleza de la llaga. Parece
lógico pensar que, en principio, la llaga estuviera hundida (por eso se la
llama “llaga”) pero en las distintas restauraciones algunos responsables
optaron por rellenarlas o blanquearlas. Quizás el caso más extremo es el del
Colegio de la Asunción (en origen la Casilla de Antonio Pérez) en donde la
llaga ha pasado a “listón” blanco.
En cualquier caso, sea cual sea la longitud de los cuarteles, el volumen
relativo del pedernal y su aglomerante, el número de verdugadas de ladrillo
cocido o el volumen y color de la llaga que lo separa, el tipo Austria es un conjunto de enorme plasticidad con el que
cualquier madrileño, de origen o adoptado, se debe sentir identificado y
protegido.
Hola Rafael, ¡Fantástico! has hecho algo que no es nada fácil en construcción: sistematizar toda una tipología constructiva de muro histórico. Sólo tengo una objeción que hacer en el "tipo Austria": además de carácter ornamental, su función continua siendo estructural (al no ser un revestimiento del muro). Este muro tiene un hermano "pobre" que es el tapial, donde se utiliza el barro con paja en sustitución del pedernal.
ResponderEliminarEnhorabuena por el buen trabajo y la documentación fotográfica. Está listo para una conferencia en el Instituto de Estudios Madrileños, por ejemplo.
Un abrazo
Hola Antonio, la verdad es que mi cabecita cartesiana me venía pidiendo hace tiempo hacer algo así, y creo que no está mal..., pero creo que te has pasao. Gracias
EliminarUn abrazo