Confieso que hasta hace unos pocos
días no había tenido conocimiento de la existencia del Huerto de las monjas, pese a haber pasado mis primeros 75 años de
vida a menos de 600 metros de distancia, y pese a transitar por la calle del
Sacramento al menos una vez por semana. Sólo puedo alegar en mi descargo que el
mal llamado huerto sólo debe llevar abierto a madrileños y visitantes unos 20
años, como mucho…
Lo cierto es que tras saber de su
existencia conté las horas para ir a conocerlo y tuve que esperar al primer día
laborable, en medio de las festividades navideñas, para recorrer esos 600
metros que me separan de él, y entrar con mucha curiosidad y cierta emoción en
su privilegiado recinto.
Acceso desde la calle del Rollo |
Vista desde el oeste |
Para entonces ya había leído cuanta
información pude hallar en mis libros y en la red, encontrando no pocas cosas
curiosas y alguna que otra contradicción e inexactitud, como es habitual. En
sitios como Viendo Madrid, Arte en Madrid, Rutas Pangea o La Gatera de
la Villa, por ejemplo, pude encontrar una rica información sobre las
peripecias históricas del “huerto” vinculado al convento que en el XVII fundó
el Duque de Uceda, para ser habitado por las religiosas descalzas de san
Bernardo, es decir, por las monjas Bernardas. Por cierto, en otro sitio web,
ignoro si por errata o por error, en lugar de monjas cistercienses, habla de monjas circenses, lo que me lleva a
imaginarme a un grupo de whoopi goldbergs,
vestidas de monjas, haciendo volatines y malabares.
Recuerdo bien la fachada del Convento,
puesto que fue derribado en 1972, como recuerdo que nuestra hija menor tuvo una
compañera de cole que vivía en las casas que se construyeron en el solar del
convento, y nos decía que tenían unos jardines interiores preciosos, que
nosotros creímos eran fruto del poder adquisitivo de los nuevos dueños.
Farola que estuvo en la Puerta del Sol |
Fuente de la Priora |
Lo cierto es que algunas de las
lecturas iniciales me habían llevado a creer que el “huerto” era un relicto del
huerto primigenio de las monjas, lo que aumentaba notablemente mis
expectativas. La visita y lecturas más finas y minuciosas me llevaron a saber
que en realidad se trata de un Jardín creado por el arquitecto Joaquín
Roldán Pascual, rehabilitador del Palacio de O’Reilly (o de Lezcano), que tuvo el acierto de recrear un jardín romántico en el espacio
donde estuvo el antiguo huerto, reproduciendo el trazado original y
conservando algunos de los árboles preexistentes. Como el encargo era
municipal, tuvo ocasión, y la aprovechó a las mil maravillas, de recuperar de
los almacenes públicos una farola de
la Puerta del Sol y la Fuente de la
Priora, propiedad de los duques de Montellano, que la instalaron primero en
su finca de Cuerva (Toledo) y luego en su palacio de la Castellana.
Esta falta de “originalidad”, que rebajó
mis expectativas iniciales, no resta ni un ápice el valor actual de este milagroso
brigadoom madrileño, que ya he
incorporado a mi selecto grupo de rincones de Madrid. Loados sean el
Ayuntamiento, por no ocupar tan goloso y apetecible espacio, y Joaquín Roldán,
por su paciente y cuidadosa rehabilitación.
Cubierta, cúpula y torre |
Minihuerto "municipal" |
Desde su interior, por encima de la valla sur, a cuya espalda está adosada la Fuente de Diana Cazadora, se puede contemplar la conjunción de la cubierta de la Capilla del Obispo, la vieja torre de san Andrés y la cúpula de la capilla de san Isidro, que forman un tríptico de profundo sabor madrileño.
Lo único que lamento es que Roldán no
dedicara alguno de los parterres al cultivo de zanahorias, tomates o judías
verdes, por ejemplo, para justificar plenamente el nombre de Huerto. Alguien
debió pensar lo mismo, y en el macizo de entrada por la calle del Rollo ha
plantado algo que, como no parece ornamental, deduzco que es alimenticio. Como
supongo que ese alguien es un empleado municipal, no quiero ni pensar en las
fatigas que habrá de pasar si los compañeros le exigen compartir la cosecha.
Necesitará el famoso milagro multiplicativo.
Muro este |
Muro este, base del Torreón Abajo tipo mixto y encima, tipo austria |
Pero…, lo que no esperaba es lo me
encontré: Al acceder por la calle del Rollo, en la pared de la izquierda me
tropecé ya con el aparejo toledano y mi pedernal, pero es que al penetrar en el
jardín los ojos se me fueron a la pared orientada al oeste que está ocupada por
un torreón en cuya base coexisten el tipo Austria y el tipomixto, mientras que la parte superior sólo está integrada por el
popular ladrillo (que diría don Eugenio)
Plano de Texeira |
Plano de Espinosa |
Visión actual |
Ante tamaña sorpresa, hube de volver a
buscar antecedentes y consecuentes en la bibliografía. La información, como
siempre, deja flecos sueltos aquí y allá; para empezar, la imagen del siempre
fiable Texeira deja no pocas dudas. Sitúa el convento, con su propia iglesia,
su claustro y su patio interior, donde hoy está el palacio de O´Reilley y a su
izquierda, separada por una calle (tal vez la de la Parra) que no aparece en
ningún otro plano, una extraña manzana en la que hoy está la Iglesia Castrense.
Me resisto a pensar que don Pedro errara en una zona tan especial como era la
señorial calle de Sª María. Como se puede comprobar, el trazado del lado este,
que linda con la calle del Orno,
actualmente del Rollo, es el mismo
del plano de Espinosa de los Monteros y el actual.
Paredes del Torreón |
Entre los años 1671 y 1744 se
construyó la iglesia del Sacramento y a su derecha entiendo que se construyó un
nuevo convento, al que se trasladarían las monjas bernardas a mediados del
siglo XVIII.
En 1725, debió ser la familia Uceda la
que encargó al arquitecto Pedro Hernández la construcción del edificio que
ahora conocemos como palacio de O´Reilly, para residencia ampliada o remozada
de las monjas. En 1830 la propiedad pasó a manos de la familia Lezcano y,
posteriormente, tuvo diversos usos, entre los que recuerdo a la ONCE, hasta que
en 1980 pasó a propiedad municipal y Joaquín Roldán realizó una
magnífica rehabilitación, recreando el huerto-jardín y conservando, como debió
hacer Pedro Hernández en su momento, las paredes oeste y norte del torreón que
tienen en su base el aparejo toledano, receptor del pedernal de la muralla.
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